Undecima Estación
El Resucitado le confía a los discípulos la misión universal
P Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
T Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.
L Del Evangelio según San Mateo (Mt 28,16-20)
"Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".
G1 El Resucitado es el Señor de la historia. El poder que el Padre le da lo transmite a los suyos. En el monte de Galilea inaugura la nueva historia. Como sobre el monte de las bienaventuranzas. Él ha indicado el nuevo código genético; hoy, en el monte de Galilea, hombres de carne, revestidos del Espíritu, reciben la consigna de transformar el mundo. Bautizar es divinizar al hombre, a toda criatura frágil. Enseñar y hacer luz sobre el nuevo destino del mundo. Hacer discípulos de todos los pueblos es insertar en la comunidad pascual, la Iglesia, sin distinción de raza ni de cultura. Esta comunidad es casa y signo del amor trinitario. Casa a la que todos son llamados. Enorme tarea, la del envío, la de la misión: dedicación total al anuncio. En la Pascua, el dinamismo no termina, sino comienza. El campo de trabajo, su viña, es el mundo entero, hasta el final de los siglos.
G2 El hombre de hoy vive en el inmenso campo del mundo. Un mundo que se hace cada vez más complejo con sus exigencias y sus dramas, son sus riesgos de aniquilamiento nuclear, con sus angustias de violencia y de falta de sentido. Pero ¿Cómo caminar en el mundo? ¿Cómo anunciar? ¿Cómo transformar sin forzar? ¿Cómo ser fieles al Dios de la historia y a la historia de Dios?. El Resucitado está con nosotros, hasta el fin del mundo.
T Alégrate, Virgen Madre: Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!
P Jesús Resucitado, llega reconfortante tu promesa: "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mt. 28, 20). Solos, no somos capaces de sobrellevar el mínimo peso con perseverancia. Tanto menos de soportar sobre nuestras pobres espaldas el peso del mundo. Nosotros somos la debilidad, Tú eres la fuerza. Nosotros somos la inconstancia, Tú eres la perseverancia. Nosotros somos el miedo, Tú eres el coraje. Nosotros somos la tristeza, Tú eres la alegría. Nosotros somos la noche, Tú eres la luz. Nosotros somos el estancamiento, Tú eres la Pascua.
T Amén
T Oh María, templo del Espíritu Santo,
guíanos como testigos del Resucitado
por el camino de la luz.