¿Qué es el Via Lucis?
En camino con el Resucitado.
Una nueva manera de expresar la alegría pascual en el Tercer Milenio.
Cristo es el centro de la vida del mundo. El Misterio Pascual es el centro de la vida de Cristo.
Está estructurado en base a los dos aspectos de la muerte-resurrección. La mediación popular del primer acto es el Via crucis.
Después del Vaticano II, se vuelve a descubrir la necesidad de la mediación popular del segundo aspecto: La Via lucis.
Hoy, más que nunca, es necesario que el pueblo sienta como suyo este itinerario.
La Pascua no debe ser tan sólo una fiesta del calendario, sino un estilo de vida.
El Via Lucis se presenta simétrico al Via Crucis: catorce estaciones, con su paso bíblico correspondiente, que van desde el sepulcro vacío, primer signo de la Pascua, hasta Pentecostés, su primer fruto.
Y así como el Via crucis ha sido proyectado oportunamente con el acompañamiento de María, la Dolorosa con el Hijo afligido, así también a lo largo del Via Lucis la Madre de Jesús continúa quedándose a nuestro lado, Ella, la regocijada con el Hijo Resucitado.
Ya desde hace siglos la Iglesia ha formulado la antífona "Regina coeli laetate alleluia" y recientemente ha compuesto textos para la celebración eucarística en honor a "María alegre en la Resurrección".
También, la venerada tradición del rosario de María prevé toda la tercera parte dedicada a los misterios gozosos. ¿No son ellos la síntesis del Via Lucis, que comprende también el proceso natural que va de la Pascua del Hijo a la de los hijos?
Que la Virgen de la Pascua nos guíe a lo largo de las catorce estaciones del Via Lucis que inaugura el Tercer Milenio.
Y que pide convertir en cotidiano de esperanza.
Una nueva manera de expresar la alegría pascual en el Tercer Milenio.
Cristo es el centro de la vida del mundo. El Misterio Pascual es el centro de la vida de Cristo.
Está estructurado en base a los dos aspectos de la muerte-resurrección. La mediación popular del primer acto es el Via crucis.
Después del Vaticano II, se vuelve a descubrir la necesidad de la mediación popular del segundo aspecto: La Via lucis.
Hoy, más que nunca, es necesario que el pueblo sienta como suyo este itinerario.
La Pascua no debe ser tan sólo una fiesta del calendario, sino un estilo de vida.
El Via Lucis se presenta simétrico al Via Crucis: catorce estaciones, con su paso bíblico correspondiente, que van desde el sepulcro vacío, primer signo de la Pascua, hasta Pentecostés, su primer fruto.
Y así como el Via crucis ha sido proyectado oportunamente con el acompañamiento de María, la Dolorosa con el Hijo afligido, así también a lo largo del Via Lucis la Madre de Jesús continúa quedándose a nuestro lado, Ella, la regocijada con el Hijo Resucitado.
Ya desde hace siglos la Iglesia ha formulado la antífona "Regina coeli laetate alleluia" y recientemente ha compuesto textos para la celebración eucarística en honor a "María alegre en la Resurrección".
También, la venerada tradición del rosario de María prevé toda la tercera parte dedicada a los misterios gozosos. ¿No son ellos la síntesis del Via Lucis, que comprende también el proceso natural que va de la Pascua del Hijo a la de los hijos?
Que la Virgen de la Pascua nos guíe a lo largo de las catorce estaciones del Via Lucis que inaugura el Tercer Milenio.
Y que pide convertir en cotidiano de esperanza.
La Resurrección
Es el acontecimiento que ha cambiado la historia.
No es un teorema, sino un dato. No es una invención, sino una constatación.
Los primeros seguidores incrédulos, llenos de dudas ante el dato, se han rendido a la evidencia. Estaban acostumbrados, por su cultura, a aceptar después de asegurar.
Lucas, más atento a los particulares corpóreos (era médico), transmite la palabra de Jesús Resucitado que pide constatar la evidencia de su cuerpo vivo con el término “pselafésate” que significa literalmente “pellizcadme, tocadme no superficialmente”.
Todo hombre, como el Hijo del Hombre, no tiene ya un sino – la muerte- sino un destino: una casa, en el seno de Dios que acoge al Hijo y a todos nosotros hijos en el Hijo.
Es el acontecimiento que ha cambiado la historia.
No es un teorema, sino un dato. No es una invención, sino una constatación.
Los primeros seguidores incrédulos, llenos de dudas ante el dato, se han rendido a la evidencia. Estaban acostumbrados, por su cultura, a aceptar después de asegurar.
Lucas, más atento a los particulares corpóreos (era médico), transmite la palabra de Jesús Resucitado que pide constatar la evidencia de su cuerpo vivo con el término “pselafésate” que significa literalmente “pellizcadme, tocadme no superficialmente”.
Todo hombre, como el Hijo del Hombre, no tiene ya un sino – la muerte- sino un destino: una casa, en el seno de Dios que acoge al Hijo y a todos nosotros hijos en el Hijo.
(Pintura: Eugène Burnand
"Les disciples Pierre et Jean courant au sépulcre le matin de la Résurrection", 1898)
"Les disciples Pierre et Jean courant au sépulcre le matin de la Résurrection", 1898)
«“He resucitado y ahora estoy siempre contigo”, dice a cada uno de nosotros.
Mi mano te sostiene. Dondequiera que tu caigas, caerás en mis manos.
Estoy presente incluso a las puertas de la muerte. Donde nadie ya no puede acompañarte y donde tú no puedes llevar nada, allí te espero yo y para ti transformo las tinieblas en luz.»
"El dueño de la Vida, que había muerto, reina vivo.
Resucitó Cristo, ¡mi esperanza!
¡Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos!"
Resucitó Cristo, ¡mi esperanza!
¡Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos!"