Cuarta Estación

El Resucitado en el camino de Emaús

 

P. Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
T. Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.

1L. Del Evangelio según San Lucas (Lc 24, 13-19. 25-27)
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante una dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: ¿qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que nos sabe lo que ha pasado allí estos días?" El les preguntó: "¿Qué"? Ellos contestaron: "lo de Jesús, el Nazareno, que fue un Profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo" (...) Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

2L. Un sendero, un  diálogo
Jerusalén - Emmaus: el camino de los resignados.
Conjugan el verbo esperar en pasado "esperábamos".
Y al instante viene la tristeza.
Y es aquí cuando viene Él: "He venido a portar el fuego y quiero que se encienda". Él es luz. Él es calor. El calor se junta al hielo de la tristeza, y poco a poco el hielo se derrite. El calor persigue al frío, la luz a la oscuridad.
Hoy la oscuridad es más densa, la tristeza es más intensa.
"Cuando la juventud se congela, el resto del mundo bate los dientes" decía Bernanos.
El mundo necesita del entusiasmo juvenil. Los jóvenes de hoy pueden ser atraídos por los eslóganes, excitarse por el éxtasis de la droga, pero se entusiasman solamente si tienen seguridades en la mente y ternura en el corazón.
El Resucitado, está a nuestro lado, dispuesto a explicarnos que la vida tiene un sentido, que los dolores no son reflejo de la agonía, sino los gritos de un parto de amor, que la vida vence a la muerte pero es necesario estar dispuestos a pagar el tributo, es decir la contribución.

T. Alégrate, Virgen Madre: Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!

P. Quédate con nosotros, Jesús Resucitado: se hace tarde. Te daremos una casa. Te daremos un plato. Te daremos calor. Te daremos amor. Quédate con nosotros, Señor: la tarde de la duda y del ansia oprime el corazón de cada hombre.  Quédate con nosotros, Señor: y nosotros estaremos en tu compañía, y esto nos basta. Quédate con nosotros Señor porque se hace tarde y haznos testigos de tu Pascua.

T. Amén.

Canto