Tercera Estación

El Resucitado se manifiesta a la Magdalena

 

P. Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos.
T. Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo.


1L. Del Evangelio según San Juan (Jn 20,11-18)
Fuera, junto al sepulcro, estaba María Magdalena, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mis Señor y no sé dónde lo han puesto". Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te los has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa "¡Maestro!". Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro". María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto".

2L. Un nombre, un  rostro, un ímpetu
Como ha hecho María Magdalena, se trata de continuar buscando a Dios incluso en la hora de la duda, incluso cuando el sol desaparece, cuando el camino se hace más duro.
Y de repente se hace de día. Y como María Magdalena, te sientes llamado. Él pronuncia el nombre, tu nombre: te sientes tocado por el Señor. Tu corazón explota de júbilo.
La juventud es el tiempo del amor tenaz. Se espera que la persona que ha alegrado tu corazón pronuncie tu nombre, con el timbre de su voz. Y al pronunciar el nombre el rostro resplandece. Jesús Resucitado está junto a ti, con el rostro joven de un hombre de treinta años que ha sufrido. El rostro joven de un vencedor y lleno de vida. Confía en ti y te dice: "Ve, anuncia que Cristo está vivo. ¡Y nos quiere vivos!"
Lo dice a todos los jóvenes de hoy, de modo especial a las mujeres jóvenes de hoy, que reconocen en Jesús a aquel que por primera vez ha restituido a la mujer humillada por siglos, voz, dignidad y capacidad de anunciar.

T. Alégrate, Virgen Madre: Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!

P. Roguemos. Jesús Resucitado, tú me llamas porque me amas. En mi espacio cotidiano puedo reconocerte como te reconoció la Magdalena. Tú me dices: "Ve y anuncia a mis hermanos". Ayúdame a caminar por las calles del mundo, en mi familia, en la escuela, en la oficina, en la fábrica, en los diversos ambientes del tiempo libre, para cumplir la gran misión que es el anuncio de la vida.

T. Amén.

Canto